Diagnóstico
participativo o comunitario es un instrumento empleado por las comunidades para
la edificación en colectivo de un conocimiento sobre su realidad, en el que se
reconocen los problemas que los afectan, los recursos con los que cuentan y las
potencialidades propias de la localidad que puedan ser aprovechados en
beneficios de todos. Es realizado por las personas que habitan en la comunidad,
los cuales pueden ser apoyados por un grupo de especialistas, hasta que la
comunidad se apropie de la metodología y se responsabilice del proceso. Sirve
como base para que los miembros de la comunidad identifiquen los problemas u
obstáculos que impiden su desarrollo y planifiquen colectivamente actividades
que les permitan mejorar su situación actual. Se realizan en espacios donde
cohabitan personas que cotidianamente se interrelacionan, como: caseríos (zonas
rurales aisladas), vecindarios, urbanizaciones, otros.
Un
diagnóstico participativo debe estar conformado por un equipo promotor, hacer
una convocatoria abierta a toda la gente de la comunidad, efectuar una reunión
inicial para llevar adelante el diagnóstico, presentar fotografías de la
comunidad, identificar los principales problemas y potencialidades de la
comunidad, llenar formatos donde se recoge la información, se clasifica y
analiza colectivamente el listado de problemas, para luego jerarquizarlos. Este
diagnóstico determinará los problemas comunitarios (aquellos asuntos que
afectan el normal desenvolvimiento de los habitantes en su localidad, como:
falta de servicios básicos, infraestructura social y recreativa); los recursos
comunitarios (fortalezas presentes en la comunidad, como: talento humano,
vocación económica y productiva, elementos naturales, otros); oportunidades comunitarias
(componentes ajenos a la comunidad que pueden ser empleados en su beneficio,
como: programas sociales, planes de financiamiento que aporta el gobierno
nacional, otros).
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